Los narcobucheros del Golfo de Santa Clara de San Luis Río Colorado, en Sonora

El violento enfrentamiento en el poblado de El Golfo de Santa Clara –es parte de San Luis Río Colorado. 

En Sonora– entre policías municipales y un grupo de hombres armados la madrugada del Sábado de Gloria desnuda la realidad que involucra la corrupción, la prohibición y el limitado alcance del programa federal de veda en el Alto Golfo que ha propiciado –entre otras cosas– el volcamiento de la población de pescadores sobre la totoaba, a la par protegida y valiosa, peligrosa   Golfo de Santa Clara, Sonora.- 

Cerca de las dos de la madrugada un par de agentes de la Policía Estatal Preventiva detuvieron en la zona conocida como El Machorro –cercano a las playas públicas–, a José Isaías Armenta Armenta, alias “El Hermano Pepe”; estaba acompañado de su esposa Maribel, pero solo él fue trasladado a las oficinas de la Delegación Municipal para ser presentado ante el Juez Calificador. No había cargos. 


Era la madrugada posterior al Viernes Santo y ese fin de semana habían llegado cerca de 30 mil visitantes a las playas “golfeñas”, que lucían atestadas. Los agentes estatales explicaron al Juez que harían el parte informativo, salieron y regresaron solo para solicitar que le fuera levantada una infracción administrativa y que fuera liberado. Una versión extraoficial anota que en la detención del “Hermano Pepe”, la mujer trató de detenerlos y fue abofeteada por los Policías Estatales, quienes trataban de extorsionarlo exigiéndole 30 mil dólares. Ahí en el lugar quedó el auto de la pareja, un Cheyenne guinda de modelo reciente. 

Unas horas después, un enfrentamiento. Eran cerca de las 6:15 de la mañana cuando los agentes municipales Armando Arreola y Víctor Ramírez, circulaban por la zona pegada a la playa –en lo que llaman el desemboque del arroyo–, cuando fueron copados por dos vehículos, una camioneta Tahoe blanca y un pick up Ford 250 gris oscuro, desde donde empezaron a dispararles. Ahí quedó herido de muerte el oficial Arreola y su compañero de inmediato pidió ayuda, los primeros involucrados fueron dos agentes en bicicleta –los llamados policletos–, quienes dispararon hacia los sujetos atacantes que iban a bordo de los dos vehículos. 

Los civiles subieron hacia el norte y uno de ellos se refugió en una casa móvil donde se parapetó. Para esto ya había una docena de agentes rodeando la zona, disparando contra uno de ellos. Se trataba de “El Hermano Pepe”, el hombre que había sido detenido por la PEP. El hombre cayó herido de muerte. 

Una versión asegura que lo balearon cuando ya se había rendido, con las manos en alto. “Se ensañaron con él”, expuso un residente de El Golfo. A su vez el otro grupo atacante salió huyendo en el pick up Ford F 250. Cerca de las 11 de la mañana, casi al final de la calle Guerrero, fue localizado el auto y detenido el joven José Arturo Armenta Romero –de 21 años– hijo del “Hermano Pepe” y al parecer participante en la balacera. El joven detenido Quienes lo conocieron comentan que José Isaías Armenta Armenta “El Hermano Pepe” era una persona tranquila, pero también que era uno de los principales involucrados en la pesca furtiva de totoaba –tenía pescadores bajo su mando y estaba involucrado en la comercialización–, era permisionario, pescador y enlistado en el programa de apoyo de Sedesol, el implementado hace un año por la veda. 

Igual su hijo José Arturo –detenido, acusado por la muerte del policía–, quien también estaba enlistado en el programa federal de apoyo a los pescadores paralizados por la veda. De hecho de los seis detenidos acusados de participar en la balacera, todos dijeron dedicarse a la pesca y para los golfeños es de conocimiento público que cerca del 30 por ciento de los pescadores locales están involucrados en la pesca furtiva, a ellos se les suman decenas de trabajadores del mar, quienes vienen desde Puerto Peñasco.   

A mar revuelto En el Golfo de Santa Clara todos saben lo que pasa en torno a la pesca furtiva de totoaba, algunos de los permisionarios –que reciben apoyo federal– siguen siendo patrones de cuadrillas de pescadores que salen por las noches a alta mar en sus pangas para la pesca clandestina de totoaba. Utilizan boyas y localizadores geo-satelitales, instalan redes que miden más de un kilómetro y ahí les dejan varias horas, para luego regresar por las totoabas atoradas en las mallas. 

“Es un desmadre, hay pleitos entre los pescadores, se roban unos a otros las redes, hace dos semanas un pescador balaceó el motor de la panga a otro patrón que le había ganado con un trabajador para la pesca de totoaba”, expone un pescador furtivo que ahora se dice retirado del negocio, y asegura que la vigilancia de autoridades es nula en la zona del Golfo y que policías federales, estatales, municipales y hasta elementos del ejército reciben “mochada” para hacerse de la vista gorda. “Este Armenta era uno de los principales (pescadores de totoaba), el bato hizo mucha lana, pero era tranquilo, no se metía con nadie, hacía cosas ilegales pero era tranquilo. 

Era comprador, se lo llevaba a Ensenada. En una ocasión compró un auto tipo Charger del año, de Ensenada, se trajo 50 mil dólares por el pago de buches pequeños de totoaba, pero en el camino lo detuvieron los federales y la bajaron una lana”. Detalla que la ruta de la totoaba va de El Golfo de Santa Clara hacia Mexicali, Ensenada y de ahí hasta China. 

Otra es de Mexicali hacia Caléxico y de ahí hasta Los Ángeles, antes de partir al Oriente. Otro más refiere que las totoabas machos pueden medir hasta un metro, pero el buche es muy pequeño, de apenas medio kilo, mientras que en las hembras pese a su menor tamaño el buche es mucho más grande. “Una vez me dieron 7 mil 200 dólares por un buche”, recuerda y comenta que han llegado pescadores desde Puerto Peñasco para dedicarse a la pesca furtiva, pero advierte: “Ya se la están acabando”. Y en cuanto a la corrupción de las autoridades recuerda el caso de un agente federal que hacia guardia después de subir La Rumorosa –y ya sabía que si eran gente de El Golfo era porque llevaban buches de totoaba. “El bato hizo una mansión en Ensenada gracias a los golfeños, por los decomisos”.   

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